¿Poco tiempo para hablar? No caigas en esta trampa como el 90% de quienes deben hablar en público

¿Cuántas veces escuchaste a alguien que dice tantas cosas y tan rápido que -al final- es muy poco lo que te queda en mente? ¿Cuántas veces viste a un orador apurado y con nervios que se transmiten al auditorio?

Este consejo es muy simple y te evitará caer en un error que comete la mayor parte de quienes deben dar una presentación en poco tiempo. Puede ser en un congreso, puede ser dentro de la empresa, puede ser un una charla informal. Cada vez que tenemos poco tiempo, nuestro instinto nos dice que debemos empaquetar todo lo que queremos decir en piezas pequeñas para cumplir con el plazo que se nos ha fijado. ¡Y ahí está el error!

Cada vez que hacemos eso, comprimimos muchos temas en poco tiempo y el resultado es que nuestra audiencia no logra retener nada porque la hemos abrumado. Hemos querido que recuerdan algo que nosotros apenas podemos recordar. No hemos tenido tiempo de poner ejemplos, contar historias o llevar los números a un ancla que los vuelva memorable.

La solución es simple pero no sencilla: debemos dejar material afuera. Puede sonar terrorífico en primera instancia. Siempre nos parece que tenemos que decirlo todo, siempre nos parece que si dejamos cosas afuera habremos fallado. Sin embargo, menos es más. Tres conceptos bien jerarquizados y explicados son mejores que diez al vuelo. No te encariñes con tus propios conocimientos y presta atención a lo que REALMENTE necesita tu audiencia.

Al fin de cuentas, nadie se quejó de una presentación demasiado corta.

Si tomas el hábito de de editar tus propias presentaciones serás visto como una presentador que va al grano y que siempre deja conceptos claros y valiosos. ¿No es eso bueno?

¡Sigamos hablando!

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